Gran Canaria ha demostrado ser una isla tocada por la fortuna, un lugar donde los sueños de muchos se han hecho realidad gracias a premios de lotería verdaderamente extraordinarios. La isla ostenta el récord de haber repartido uno de los premios más grandes en la historia de los sorteos europeos. En octubre de 2017, un único acertante del sorteo de Euromillones validó su boleto en un centro comercial de Las Palmas de Gran Canaria, llevándose un bote histórico de 190 millones de euros. Esta noticia catapultó a la isla a los titulares internacionales y consolidó su reputación como un enclave de buena suerte, demostrando que un premio capaz de cambiar una vida puede tocar en cualquier lugar.

La fortuna no se ha limitado a un único sorteo. El juego de La Primitiva también ha dejado una huella imborrable en la isla. En agosto de 2024, un afortunado residente de Vecindario se convirtió en el ganador del segundo mayor premio de la historia de este sorteo en España, con un bote que superó los 88 millones de euros. Este tipo de premios multimillonarios tiene un impacto inmenso, no solo en la vida del ganador, sino también en la comunidad, generando un ambiente de optimismo y expectación. La administración que vende el boleto ganador se convierte en un lugar de peregrinaje para otros jugadores que esperan contagiarse de esa racha afortunada.

El Sorteo Extraordinario de Navidad, el más esperado del año, también ha sonreído a Gran Canaria en múltiples ocasiones. Aunque “El Gordo” es un premio muy repartido, la isla ha sido agraciada con importantes pellizcos que han llevado la alegría a barrios enteros. En 2021, por ejemplo, una administración en un centro comercial de Jinámar vendió una parte significativa del primer premio, repartiendo más de 160 millones de euros entre los vecinos. Estos premios colectivos refuerzan el tejido social y demuestran el espíritu de compartir tan característico de este sorteo, donde la felicidad de uno es celebrada por toda la comunidad.

Más allá de los botes récord, son innumerables los premios de categorías inferiores pero igualmente significativos que han caído en la isla, cambiando la vida de miles de familias. Segundos y terceros premios de la Lotería Nacional, botes de la Bonoloto y premios de “El Millón” de Euromillones han encontrado un hogar en diferentes municipios grancanarios de forma recurrente. Esta distribución constante de la suerte alimenta la ilusión colectiva y mantiene viva la tradición de jugar a la lotería, vista no como un gasto, sino como una pequeña inversión en la posibilidad de un futuro mejor y más desahogado.

La historia de los grandes premios en Gran Canaria es un testimonio del poder del azar y la esperanza. Cada boleto validado en la isla lleva consigo el precedente de estos increíbles golpes de suerte. Desde el histórico bote de Euromillones hasta los premios compartidos de Navidad, la isla se ha ganado un lugar en el mapa de la fortuna. Jugar en Gran Canaria es, para muchos, participar en un legado de éxito, con la convicción de que el próximo gran premio podría estar, una vez más, esperando a la vuelta de la esquina.